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domingo, 13 de noviembre de 2011

CAMISETAS PARA LA HISTORIA DE LA FIORENTINA

FIORENTINA 91-92

Era la temporada 91-92 del calcio. Con 25 chicharros de Marco Van Basten como principal argumento, al Milan de Fabio Capello le daba por embolsarse el que iba a ser el primero de cuatro scudettos consecutivos, a Zdeněk Zeman por maravillar al país entero convirtiendo al modesto Foggia en una máquina de jugar (58 goles a favor con Baiano y Signori incontestables) y de palmar (58 en contra) y a la Fiorentina por pasearse de norte a sur con éste engendro trufado de rayas y despropósitos que están viendo sobre el párrafo. En el club viola dieron carpetazo a la temporada sentados en un despampanante décimosegundo puesto. Si aquello no era un castigo divino de San Giovanni, patrón eterno de la capital toscana, por la camisetucha de recambio lo parecía…

Quizá la tela, patrocinada por una conocida marca de productos para niños, tuvo algún efecto infantilizante en el juego del once florentino porque de otro modo no se puede explicar tan discreto desempeño. Sobre todo en un conjunto que contaba con efectivos de la categoría de Dunga o un Gabriel Batistuta recién aterrizado para hacer historia en el club. Claro que al año siguiente llegaron Stefan Effemberg, Brian Laudrup y el gambetita Latorre y la cosa no mejoró ni un ápice. Ni aliñando las hombreras suplentes con el icono fundamental de la ideología que tanto ha gustado siempre en Italia oiga.
Aunque en cierto modo la existencia de esta anomalía (sin duda el festival de hojas moradas es un homenaje Lotto al manto caducifolio que cubre la baldosa florentina durante el otoño) es plenamente justificable (si tu carnet de identidad te acredita como ciudadano italiano). Porque por mucho que nos vendan que en la nación principio y final de la moda mundial hasta el más terrone es sensible por tradición, que incluso el que vive masticando tierra en un campo de la Italia meridional es acreedor de un profundo sentimiento artístico, después Lotto, Diadora  y compañía tejen lo que tejen. Esto es, extravagancias non sense ideales para cortejar bestialmente hasta en el último rincón del litoral español, camisetas como la de la Fiore 91.