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martes, 8 de noviembre de 2011

LA HIERBA AZTECA


Todos nos acordamos del golazo de Maradona a Inglaterra en el Mundial de Mexico86. No el de la mano sino el que con tanta emocion nos narro Victor Hugo Morales.


Pues Hugo Sanchez contó, en la tele (en el programa Maracanazo, un dia que lo llevaron invitado), esta anecdota:


La seleccion de Mexico jugó en el Estadio Azteca de la Ciudad de Mexico todos los partidos de la primera fase del mundial. Tambien jugo Octavos de final ahi y despues ya no volvian a ese estadio hasta la final.
Comentó que a la seleccion mexicana le interesaba un juego lento por las caracteristicas de sus jugadores y que por eso mantenian la hierba del estadio alta para ralentizar el juego del rival y que el ritmo del partido fuera lento. Asi en todos los partidos.
Resulta que el 21 de junio fueron eliminados los mexicanos del mundial en cuartos. Ya no iban a volver al Estadio Azteca, asi que los encargados del cesped cortaron la hierba.
El 22 de junio se disputo el partido Inglaterra-Argentina. Con la hierba alta el slalom de Maradona hubiera sido un poco mas lento. No dijo que el gol no se hubiera conseguido, pero que el balon hubiera ido mas lento en la conduccion.

Que cosas eh, cosas del futbol, todos estos insignificantes detalles se unen para hacer algo grande.

EL HINCHA

Una vez por semana, el hincha huye de su casa y asiste al estadio.
Flamean las banderas, suenan las matracas, los cohetes, los tambores, llueven las serpientes y el papel picado; la ciudad desaparece, la rutina se olvida, sólo existe el templo.
En este espacio sagrado, la única religión que no tiene ateos exhibe a sus divinidades. Aunque el hincha puede contemplar el milagro, más cómodamente, en la pantalla de la tele, prefiere emprender la peregrinación hacia este lugar donde puede ver en carne y hueso a sus ángeles, batiéndose a duelo contra los demonios de turno.
Aquí, el hincha agita el pañuelo, traga saliva, glup, traga veneno, se come la gorra, susurra plegarias y maldiciones y de pronto se rompe la garganta en una ovación y salta como pulga abrazando al desconocido que grita el gol a su lado. Mientras dura la misa pagana, el hincha es muchos. Con miles de devotos comparte la certeza de que somos los mejores, todos los árbitros están vendidos, todos los rivales son tramposos.
Rara vez el hincha dice: «hoy juega mi club». Más bien dice: «Hoy jugamos nosotros». Bien sabe este jugador número doce que es él quien sopla los vientos de fervor que empujan la pelota cuando ella se duerme, como bien saben los otros once jugadores que jugar sin hinchada es como bailar sin música.
Cuando el partido concluye, el hincha, que no se ha movido de la tribuna, celebra su victoria; qué goleada les hicimos, qué paliza les dimos, o llora su derrota; otra vez nos estafaron, juez ladrón. Y entonces el sol se va y el hincha se va. Caen las sombras sobre el estadio que se vacía. En las gradas de cemento arden, aquí y allá, algunas hogueras de fuego fugaz, mientras se van apagando las luces y las voces. El estadio se queda solo y también el hincha regresa a su soledad, yo que ha sido nosotros: el hincha se aleja, se dispersa, se pierde, y el domingo es melancólico como un miércoles de cenizas después de la muerte del carnaval.

Cuento del libro “El fútbol a sol y sombra” – Eduardo Galeano

Dos "9" EN VALLECAS

¿Sabías que Urzaiz y Hugo Sánchez compartieron delantera en el Rayo Vallecano?

Sí. Es un dato que pocos conocen. Fue en la temporada 93/94. En aquel entonces, Urzaiz era un joven jugador que había salido de la cantera del Real Madrid –con el que llegó a jugar un partido en la Copa de Europa, frente al Odense-, y que llegaba procedente del Celta de Vigo, con el que la temporada anterior solamente había disputado seis partidos. Por su parte, para Hugo Sánchez sería su última temporada en nuestra liga, a la que había regresado tras su breve paso por el fútbol mexicano, donde jugó en el Atlante, tras salir del Real Madrid. Tras su estancia en Vallecas, Hugo jugaría posteriormente de nuevo en el Atlante, en el Linz austríaco, el Dallas Burns estadounidense y el Atlético Celaya, antes de comenzar su carrera como entrenador.
Hugo y Urzaiz fueron la pareja de delanteros que el entrenador, Félix Barderas ‘Felines’, alineó para el primer partido en el Sardinero, ante el Racing de Santander. El Rayo cayó por 1-0 y la pareja estuvo prácticamente inédita ya hasta final de temporada, en la que llegaron a disputar juntos nueve partidos más, pero sólo dos de ellos como pareja titular (en ninguno, por cierto volvieron a jugar juntos noventa minutos). En aquella temporada, Hugo Sánchez consiguió dieciséis goles, y Urzáiz solamente uno. El Rayo tuvo hasta tres entrenadores (terminó la temporada con David Vidal) y no consiguió evitar el descenso. Terminó en decimoséptima posición en liga, y el Compostela le derrotó en el Play Off. Aquella fue la primera temporada con Teresa Rivero como presidenta.
Como anécdota, y para finalizar, hay que señalar que el último partido que disputó Hugo Sánchez en España, fue el diez de abril de 1994, en Vallecas, ante el Zaragoza. Jugó solamente dieciséis minutos. Su sustituto fue, precisamente, Ismael Urzáiz.